from the Comité Invisible
La sociedad occidental, tal como la conocemos, nace de una ficción calculada: el contrato social. A partir del siglo XVII, esta ficción sustenta el marco de comprensión y de legitimidad para el uso político de la palabra "nosotros". Si acudimos a los textos del contractualismo moderno, especialmente a Hobbes, ?quién suscribe el contrato, cómo y para qué? Quien suscribe el contrato es cada uno de los individuos propietarios. Como propietarios de su propia persona, transfieren su poder y su voluntad al soberano para neutralizar la guerra entre sí. El contrato es, así, un ejercicio de sumisión y de obligación hacia el soberano, hacia la ley, que garantiza la igualdad la libertad de los propietarios y protege el intercambio entre sí. El contrato, en tanto que operación entre individuos disociados, se da sobre la base de temor. Lo repetirá Hegel dos siglos después, aunque buscando otra salida: el drama de la intersubjetividad es el miedo de la muerte frente al otro. Neutralizando el miedo, el contrato lo consagra, porque el miedo es la base ineludible de los intercambios entre individuos posesivos y la razón de ser de la obligación política, de la construcción artificial de un nosotros abstracto y transcendente.
Desde ahí, el contrato, como expresión de la obligación política sobre la que asienta la sociedad, tiene tres consecuencias fundamentales: la privatización de la existencia, la concepción del orden como inmunidad individual y la idea un nosotros articulado a partir de la relación de cada uno con el todo.
Marina Garcés
Un mundo común
P. 31
Nothing has yet happened
Many shades of the departed are occupied solely in licking at the waves of the river of death because it flows from our direction and still has the salty taste of our seas. Then the river rears back in disgust, the current flows the opposite way and brings the dead drifting back into life. But they are happy, sing songs of thanksgiving, and stroke the indignant water.
Beyond a certain point there is no return. This point has to be reached.
The decisive moment in human evolution is perpetual. That is why the revolutionary spiritual movements that declare all former things worthless are in the right, for nothing has yet happened.
Franz Kafka, The Blue Octavo Notebooks, p. 15-16